La periodoncia es la especialidad odontológica que engloba la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades o anomalías que afectan a los tejidos que soportan los dientes (hueso y encía).
Las principales enfermedades periodontales son la gingivitis, una inflamación de las encías que normalmente no causa problemas mayores; y la periodontitis, una infección crónica en la que ya se afecta el anclaje de los dientes, llegando al extremo de poder perderlas. El origen de esta enfermedad es bacteriano, aunque su evolución viene determinada por una predisposición genética por parte del paciente.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad periodontal?
Uno de los principales factores en el tratamiento de la periodontitis es una detección precoz, por lo que se recomienda estar atento a la aparición de cualquiera de estos síntomas:
¿En qué consiste el tratamiento de la enfermedad periodontal?
El objetivo del tratamiento es eliminar la infección que produce la enfermedad, deteniendo así el proceso destructivo del hueso. Los protocolos de tratamiento periodontales tienen resultados muy previsibles y estables en la mayoría de casos siempre y cuando se cuente con la colaboración del paciente, ya que es imprescindible un mantenimiento adecuado por parte de éste.
En algunos casos, además de detener el avance de la infección, es posible utilizar técnicas encaminadas a regenerar los tejidos periodontales destruidos.
Incluye todos los tratamientos encaminados a tratar las enfermedades o anomalías que presentan los dientes, con el fin de intentar conservarlas el máximo tiempo posible.
Incluye, por un lado, la odontología preventiva, cuya finalidad es reducir la necesidad de tratamientos a medio y largo plazo (aplicación de flúor, sellados de fisuras para reducir el riesgo de caries…); y la reparación de las lesiones una vez ya instauradas en los dientes (obturaciones simples, endodoncias, incrustaciones…).
¿Qué es la caries dental?
Probablemente la caries sea la patología oral más común y una de las principales causas de pérdida dental. La caries es la destrucción del tejido dental causada por la desmineralización producida por los ácidos liberados por las bacterias presentes en la cavidad oral.
En una fase inicial, la desmineralización ácida puede causar la aparición de manchas blancas u oscuras sobre el esmalte del diente. En este estadio todavía es posible revertir el proceso mediante una higiene oral correcta y la aplicación de flúor en la lesión.
Si no se trata, la lesión avanzará hasta formar una cavidad que puede afectar el esmalte o el esmalte y la dentina del diente. En esta fase la caries todavía puede ser asintomática, por lo que se hacen imprescindibles las revisiones periódicas para poder detectarlas a tiempo. El tratamiento, en estos casos, consiste en la eliminación de todo el tejido afectado y su sustitución mediante un material de relleno o obturación.
Si la caries sigue creciendo, se va aproximando cada vez más a la capa más interna del diente, donde se encuentra la pulpa. Es en este momento cuando el paciente puede empezar a notar molestias como mayor sensibilidad al frío, a los dulces, a la masticación y, finalmente, dolor. Dependiendo de la proximidad al nervio del diente, podrá hacerse una simple obturación o no, haciéndose posible la necesidad de un tratamiento de conductos o endodoncia adicional.
Los implantes dentales son la mejor solución que disponemos actualmente para reponer dientes perdidos o que no es posible conservar. El procedimiento, poco invasivo, consiste en la inserción de un tornillo de titanio que es aceptado por el organismo como propio, y que acabará soportando una prótesis que será el diente funcional.
En general, el procedimiento es muy sencillo. Se lleva a cabo bajo anestesia local y no suele tener complicaciones. A excepción de casos concretos en los que se podrá realizar una carga inmediata con colocación de dientes provisionales el mismo día de la cirugía, habrá que esperar entre 2 y 4 meses a que el hueso crezca alrededor del implante antes de hacer la prótesis.
En otros casos nos podemos encontrar que, después de la pérdida del diente, se haya perdido hueso y éste sea insuficiente para poder colocar un implante de forma predecible, haciendo necesarios tratamiento adicionales como el uso de hueso artificial para a regenerar la zona de forma previa o simultánea al implante. En estos casos, los tiempos de tratamiento pueden verse aumentados.
La ortodoncia es la especialidad de la odontología que se encarga de estudiar y corregir las alteraciones de posición de los dientes, las arcadas dentarias e incluso los problemas de disfunción temporo-mandibular (ATM).
Ortodoncia en niños
Durante la infancia, como los huesos aún están en crecimiento, es el mejor momento para corregir posibles problemas o anomalías en el desarrollo de los maxilares que se puedan detectar. Es por este motivo que las revisiones periódicas al dentista son tan importantes desde pequeños.
La ortodoncia interceptiva o funcional es aquella aparatología que busca corregir estos problemas que se pueden detectar en niños en crecimiento (paladares estrechos, mordidas cruzadas, mandíbulas prominentes …). Los aparatos utilizados son diversos, desde aparatos fijos hasta removibles, y el uso de uno u otro dependerá de cada caso concreto y del problema que se busque corregir. Normalmente, los problemas que se buscan solucionar son de origen esquelético (por falta o exceso de desarrollo de alguno de los maxilares) o funcional (niños que respiran por la boca, que se chupan el dedo o utilizan chupete más allá de los 2 años, etc.). Cuando estos problemas se detectan en adultos, es más difícil llegar a una solución sencilla, siendo necesario recurrir a la extracción de piezas sanas, ortodoncias de compromiso o tratamientos quirúrgicos para poder modificar la posición y tamaño de los huesos.
Ortodoncia en adolescentes y adultos
Una vez finalizado el crecimiento, la única forma de corregir la malposición dental es mediante aparatología fija. En estos casos, nos podemos ayudar los brackets, unos aparatos fijos que se cementan en los dientes y van conectados entre sí mediante un alambre elástico que ejercerá unas fuerzas suaves sobre los dientes, provocando su movimiento.
Existen diferentes tipos de brackets
Bracket metálico convencional
Son los tradicionales, muy resistentes y los más económicos. Precisan de ligaduras elásticas o metálicas para sujetar el arco sobre los brackets.
Bracket metálico de autoligado
No requieren las ligaduras para sujetar el arco, ya que funcionan mediante un sistema de apertura y cierre del bracket. Esto hace que el movimiento no tenga fricción y sea más rápido.
Bracket estético
De un color muy similar al del diente, hacen que sean mucho menos visibles.
Ortodoncia invisible: Invisalign®
En nuestra clínica, además de los sistemas de ortodoncia convencional, contamos con el sistema de ortodoncia «invisible» o Invisalign®. Se trata de una serie de férulas o alineadores transparentes y removibles creados a partir de un tratamiento virtual para mover los dientes hasta la posición deseada. Cada alineador es ligeramente diferente a la anterior, provocando así un movimiento en los dientes hacia la posición final diseñada por el ortodoncista.
Además de su beneficio estético, ya que prácticamente pasa desapercibido, permite extraerse durante las comidas, siendo para nosotros el tratamiento de elección en pacientes adultos con propensión a padecer problemas periodontales, ya que permite un mejor mantenimiento de la higiene y, por tanto, minimiza el riesgo de gingivitis y periodontitis.
Mejorar el aspecto de la sonrisa es una petición cada vez más frecuente y que puede requerir la conjunción de diferentes especialidades odontológicas en función del caso. Por eso en nuestra clínica, donde nuestros doctores disponen de una formación multidisciplinar, se estudia cada caso concreto para poder dar la solución que mejor se adapte a las necesidades de cada paciente.
Entre los tratamientos posibles encontramos:
Ortodoncia invisible Invisalign®
Blanqueamiento dental.
Se trata de un tratamiento conservador, sencillo y rápido que busca aclarar el tono natural de los dientes. Existen diferentes tipos de blanqueamientos, siendo el especialista el encargado de indicar cuál es el más adecuado para cada caso.
Blanqueamiento externo
Ambulatorio
En este caso, al paciente se le entrega una férula hecha a medida y un gel con un agente blanqueador que deberá colocarse en casa. Normalmente la duración del tratamiento es de 2-3 semanas, pero el tiempo puede variar en función de cada paciente. Los resultados del tratamiento son duraderos, pero si persiste la causa del oscurecimiento de los dientes (café, té, tabaco), puede ser necesario repetir el tratamiento de forma periódica para mantener los resultados.
Clínico
En este caso el gel aplicado presenta una mayor concentración del agente blanqueador y se activa mediante luz. Este Blanqueamiento se realiza la consulta y los resultados ya son visibles en una sola sesión.
Combinado
Es el que más utilizamos en nuestra consulta, ya que no sólo obtenemos lo mejor de ambas técnicas, sino que los resultados se ven potenciados. Primero se realiza el blanqueamiento en la clínica y se entrega la férula para seguir aplicando el gel en casa durante unas semanas. Es la técnica más eficaz y con los resultados más estables.
Blanqueamiento interno.
Este sistema se utiliza para aclarar dientes individuales que se pueden haber oscurecido por diversas causas, normalmente por un traumatismo o tratamiento de conductos (endodoncia) previos. El tratamiento consiste en blanquear el diente desde el interior y pueden ser necesarias varias sesiones en función de la diferencia de color entre los dientes.
Carillas (facetas) dentales de composite.
Se utiliza una pasta similar a la utilizada en las obturaciones que se adhiere a la superficie del diente sin necesidad de desgastarla. Esta pasta se coloca y moldea directamente sobre el diente, pudiendo corregir así malposiciones, pequeñas fracturas, cambios de coloración, espacios entre dientes… Requieren mantenimientos periódicos para pulir y evitar cambios en el color o en el brillo.
Carillas (facetas) dentales de porcelana.
Se trata de finas láminas de porcelana hechas a medida en el laboratorio que se cementan sobre los dientes para darles la forma, tamaño y color deseado de forma permanente. Son muy estables en el tiempo y no necesitan mantenimiento ni pulido a largo plazo como las carillas de composites. Ofrecen un mimetismo total con el diente natural, pero en función del problema a corregir pueden requerir rebajar mínimamente el diente natural.
Coronas sin metal (de porcelana o circonio).
Los materiales utilizados en odontología han avanzado mucho durante los últimos años y ahora disponemos de opciones que nos permiten combinar con éxito estética y resistencia. Así, disponemos de materiales como el circonio o el disilicato de litio que logran mimetizarse de forma mucho más natural nuestros dientes naturales, sin renunciar a la resistencia que nos ofrecía el metal.
Tratamientos estéticos de las encías (estética rosa).
Para conseguir una sonrisa armónica es igual de importante la estética de los dientes como la de las encías. A veces, el conjunto global de la sonrisa no es el deseado y puede deberse a la existencia de alteraciones en la forma o contorno de la encía. En función del problema, disponemos de diferentes tipos de tratamientos de las encías.
Gingivectomía y alargamiento de corona.
La Gingivectomía es un proceso muy sencillo por el que se recortan las encías, consiguiendo una forma más simétrica y armónica, con resultados inmediatos por el paciente. Suele utilizarse cuando los dientes se ven demasiado cortos, cuando existe una exposición excesiva de encía durante la sonrisa (sonrisa gingival) o cuando los márgenes gingivales son irregulares o asimétricos. En el alargamiento de corona, además de remodelar la encía, se debe remodelar un poco el hueso para que la encía no vuelva a su posición inicial. Son nuestros doctores los que se encargarán de determinar si se requiere una técnica u otra para cada caso concreto.
Cubrimiento radicular.
Las recesiones gingivales son denudaciones parciales de la raíz debidas a la migración apical del margen gingival. Es decir, situaciones en las que la encía se ha desplazado, dejando expuesta parte de la raíz del diente, lo que puede dar la sensación de tener un diente más largo. Las causas son diversas: enfermedad periodontal, una técnica de cepillado demasiado agresiva, frenillos demasiado cortos, malposición dentaria… En muchas ocasiones estas recesiones no se tratan, pero lo hacemos cuando suponen un problema estético para el paciente o si ocasionan problemas de sensibilidad. Aunque el principal factor para evitar que las recesiones aumenten o se vuelvan a instaurar después del tratamiento es eliminar el factor causante de las mismas. Actualmente disponemos de diferentes técnicas de microcirugía que nos permiten tratar de forma eficaz la mayoría de las recesiones gingivales.
Aumento de volumen.
Cuando perdemos un diente, parte del hueso que rodeaba el diente y que mantenía el volumen de la arcada se acaba perdiendo también. Muchas veces, en estos casos, aunque sustituimos el diente mediante un implante u otro tipo de prótesis, el resultado final no se acaba de ver del todo natural. La causa es el defecto en el grosor o en el volumen de la zona por la pérdida ósea. Hoy en día disponemos de técnicas de microcirugía que nos permiten corregir estos defectos mediante la colocación de un injerto de tejido conectivo del paladar en la zona afectada.